La supuesta civilización, a partir del año 2020, está sacando a relucir sus instintos primarios de supervivencia.
Aclarando que si bien llevamos dichos instintos grabados en nuestro ADN, ya que la Mente Reactiva es millones de años más antigua que la Mente Analítica, me sorprende que los anhelos, proyectos e ideas constructivas de superación de la Mente Analítica se vean opacados con tanta celeridad.
Y me doy cuenta que la civilización es una serie de capas que disimulan la barbarie, como el enduido y la pintura posterior que se le ponen a una pared para tapar sus defectos e imperfecciones.
Diréis: Pero en el siglo XX hubo un tremendo salto evolutivo... se inventó la electricidad, el automóvil, el avión, la red de agua corriente, el cine, el teléfono, la electrónica, la radio, la televisión, los ordenadores, el láser, la fibra óptica, la ecografía, la tomografía computada, la resonancia nuclear magnética, los celulares, los smartphones, la TV Plana. También hubo enormes avances en medicina, como los trasplantes de órganos... y no hablemos de la música, la pintura y la escultura, que la tenemos de siglos atrás.
Sí... y yo podría rebatir cada uno de esos argumentos con otros más... crudos, que no viene al caso sacarlos a relucir ahora.
La cuestión es que no se le puso fijador a la pared... y la pintura se está descascarando, capa tras capa.
Los roles del ego sobresalen más que nunca y quieren dejar de ser infantiles. Ya no demandan, porque no reconocen a su huésped como su dueño. Directamente controlan el timón de la vida del huésped y así potencian los condicionamientos engrámicos.
¿Se puede salir de esta debacle?
Sí, absolutamente sí... pero solo se puede tender la mano a quienes deseen ser rescatados.
Así de sencillo, así de crudo.
Toda la LUZ (que sigue siendo infinita):
Jorge Raúl Olguín
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